Más de Lo Dicho



A propósito de la búsqueda del entendimiento intenté encontrar una explicación a su idiosincrasia y a la única conclusión decente a la que pude llegar es que era incapaz de atesorar momentos. Algo así como que su recuerdo era continuo pero indiferenciado, era una película que corría sin parar aunque no enfatizaba en ninguna escena, no volvía nunca a ningún instante, ni bueno ni malo. Debo reconocer que eso la convertía en una persona libre, además de horriblemente indiferente. La sensación al mirarla era semejante a esa que alguna vez supe tener asomada a las vías desde el andén; cuanto más desesperada me encontraba por la llegada del tren, mayor era mi confusión y cualquier luz que apareciera lejos o cerca ponía a palpitar mi corazón que pronto volvía a su ritmo normal cuando el tren no estacionaba en la estación, sin embargo yo sabía que la llegada de la máquina era inconfundible, sabía que la realidad era inapelable, y sabía que esas luces que veía a los lejos no eran el tren, y lo sabía porque cuando el tren realmente se acercaba era imposible confundirse, no cabía la posibilidad de entrar en contradicción… igual seguía saltando de mi posición cada vez que sospechaba que eso que vislumbraba a lo lejos era efectivamente lo que estaba esperando, sin dudas el tren.       

  

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