Mientras
caminaba hacia su oficina pensó que nunca había tenido un gran amor, y pensó
también en los sentimientos miserables que era capaz de sentir al cabo de un
lapso demasiado corto. Sobre su escritorio tenía una lista de pendientes:
almorzar, terminar con la base de datos, mantener una
larga y muy seria charla con Inés respecto de su actitud de la semana pasada,
cenar y dormir. Miró las tareas a realizar y sonrió, lamentablemente cada vez
tenía que ser más específica porque su dispersión era patológica y las
pastillas ya no eran suficientes. Pensó también en la posibilidad de tener un súper-poder,
en dos en realidad: tener el poder de saber cómo va a reaccionar una persona
ante cualquier estímulo externo, y poder ver (literalmente) a través de sus
ojos. Reflexionó un segundo y cayó en la cuenta de que un súper-poder se
solapaba con el otro, pero de haber tenido al menos alguno de ellos
posiblemente no hubiese jugado con algunos límites, y probablemente ya hubiera
tenido también un gran amor.
29 de noviembre de 2016
Hace 5 años
0 comentarios:
Publicar un comentario