P True Love Story.

A Tía Raquel nunca le interesó el matrimonio, dice mi abuela mientras se lleva un pedazo de queso a la boca. A ella le gustaban otras cosas, pero en esa época las mujeres se emancipaban cuando se casaban, ahí no había tu tía, primero eras de tu padre y después de tu marido. Tía estaba grande y cansada de que abuelito le dijera lo que tenía que hacer, así que se casó con el señor Z. Al poco tiempo Tío Isaac y Tía Estrella (su hermana), se mudaron a Santa Fe y abrieron un almacén de ramos generales en Rufino, e invitaron a Raquel y Al Señor Z a trabajar y a vivir con ellos. Pero el casado casa quiere y no pasó mucho hasta que empezaron las peleas domésticas. Tía Raquel era una mujer de armas llevar, afirma mi abuela con orgullo, y decidió que no podían vivir más en esas condiciones, ese mismo mediodía se mudaron al hotel de Rufino. Mientras el Señor Z trabajaba en el almacén ella pasaba sus días en el hotel.

Una mañana baja a desayunar y como quien no quiere la cosa lo ve. Era una estrella de Hollywood, alto, buen mozo, tenía puesto una traje beige de lino y una camisa celeste, europeo, la tarjeta personal decía que era Conde y el apellido era francés. Durante todo el desayuno no dejaron de mirarse un segundo. Esa misma tarde Raquel le preguntó a la dueña del hotel quien era ese hombre, la Señora le dijo que era un Ingeniero de Buenos Aires que estaba trabajando en un proyecto de Vialidad Nacional, él también había preguntado por ella. No tardaron en encontrar el momento de poder verse a solas, y Tío Lucho tampoco tardó en rogarle que se escaparan juntos, que dejaran todo. Y si bien Raquel era valiente no se animó a presentarse esa tarde señalada en la estación de tren para abandonar la vida que conocía, pero lloró y lo hizo como nunca lo había echo. La única testigo de todo, la dueña del hotel, le prometió que él volvería, porque esa era una historia de amor verdadera.

Y por suerte no se equivocó, a la semana Tío Lucho volvió y le recriminó por no permitir que ese amor se concretara, pero a esta altura Raquel ya no tenía dudas y aceptó que él la fuera a buscar. Y la buscó y la encontró, la subió al auto y mientras el asistente se apostaba en el asiento trasero con una escopeta, Lucho se la llevó.

Abuelito no le habló durante 20 años, le entregó al Señor Z una pistola y le dijo que la matara, porque para él ya estaba muerta, pusieron crespón negro en la puerta y nunca más se dijo su nombre en aquella casa tradicional. Sólo mi bisabuela la visitaba, y mientras tomaban el té en el Molino, Tía Raquel, contó por única vez la historia del gran amor de su vida, la historia del hombre que perdió todo por raptarla, pero que ganó a esa gran mujer.

8 comentarios:

NFS dijo...

Mierda. Me quedé muda... ¡Qué lindo! Un poquito de amor de película donde el protagonista te quiere más que a nada en el mundo. Pero, volviendo, yo creo que en la posmodernidad la gente está loca, los valores están mal dimensionados y las prioridades son infames. Ahora todo se antepone al amor. Y no es así, no debería ser así. Nosotras somos como Brigitte Bardot y tenemos que encontrar a Marcello Mastroianni. O Anita Ekberg, Audrey Hepburn, Catherine DeNeuve, etc. La posmodernidad y el amor parecen ser mutuamente excluyentes.

PD: Hoy llevo cerveza Setti ganadora '09.

Pili (Como Cher...) dijo...

nuria, supongo que tenés razón. De todas manera yo me conformo con un poquito menos: alguien que me quiera y que se deje querer, que me haga reir y a quien que no tenga que demostrarle nada, nada más. Por otro lado, si hay cerveza Setti ganadora 2009, cualquier cosa con dos patas que ande por ahí puede devenir en el amor de mi vida en muy poco tiempo.
Besos.

NFS dijo...

Voy a considerar eso como una propuesta deshonesta... aunque debo admitir que no me gustó nada eso de "cualquier cosa con dos patas que ande por ahí".

Anónimo dijo...

Upalalá, qué cambio! La felicito, muy mono le ha quedado el blog. Lo dicho, ud es una artista.

El post, hermosa historia por cierto, contada con la distancia prudencial, jejeje.

Bueno, alguien ha mencionado a Anita Ekberg, me viá a remojar las patas en la fuente.

Anónimo dijo...

No. No joda... no le creo lo de la cerveza... ¿en serio? se me ha caido una idola... bue.. igual la quiero, tá bien.
beso

Pili (Como Cher...) dijo...

nuria: por supuesto que vos no sos la cosa con dos patas que anda por ahí, vos sos mi primera opción, así que cuando te decidas chifla...:)
LaNaïfa: gracias, igual a este blog le faltarían un par de cirugias mayores. El posteo es una hitoria real y la verdad es que la conté como pude, cortita y al pie. Anita, Anita.
Neptuno: no se por donde empezar a contestarle. En primer lugar, no es cualquier cerveza, es cerveza artesanal ganadora de premios, cosecha Setti 2009, (esta buensima, por dios...). En segundo lugar, me parece que usted me tiene en más alta estima de la que esta humilde servidora se merece. Por último, se hace lo que se puede, y ultimamente se puede muy poquito (mentira no últimamente, siempre...)
Besos Mujeres.

Sol dijo...

Aunque un poco tarde (pero "mejor tarde que nunca", diría alguna abuela que de seguro no sería ninguna de las mías) digo:
-Hermosa historia de amor, qué genia la abuela Ana que te cuenta semejante historia y qué buena escritora para semejante historia de amor. el cambio de look en el blog me desconcertó, me siento como metida en una nave espacial.
-La posmodernidad atenta contra el amor, eso es innegable pero a no perder la esperanza... al final todos los seres humanos necesitamos alguien que nos emparche un poco y que limpie nuestras cabezas. Tarde o temprano el amor se antepone a todo.
-Pili: siempre se hace lo que se puede pero no te hagas la humilde que, dentro de lo que se puede, vos siempre podés mucho.
-Y, por último, ¡yo también quiero cerveza Setti cosecha 2009!

Pili (Como Cher...) dijo...

Sol, te extrañaba querida, menos mal que has regresado el redil de la señora, es este caso. Mi abuela me cuenta esta historia desde que tengo uso de razón y el otro día se le dio por contármela con lujo de detalle, tengo otra versión completa, lo que pasa es que es muy larga para el blog. La posmodernidad atenta contra los posmodernos no contra el amor... Gracias. La cerveza fue una delicia, te lo puedo asegurar.
Besos.

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