Hormonal. en 22:45

Y de nuevo va la burra al trigo. Definitivamente lo que mejor hago es vomitar incoherencias del tipo iracundas, pero ni tanto. Que quiero y trato, pero cuando lo tengo no lo quiero, y si más lo quiero menos trato, y de tanto tratar ya no lo quiero, algo así como que del otro lado todo sigue igual. Navegando a barlovento y pudiendo no poder, las caderitas se contonean pacientemente a ver si en una de esas andan con suerte y finalmente tienen su merecido. Y que lindo el solcito calentando los inconcientes a la boloñesa, y de tanta felicidad que tenía me comí un helado mientras cantaba Gilda a los gritos. Paremos la pelota, querés, que ando así porque me quedé ciega después de comer tanto chocolate, el temita de las endorfinas. Y si gano, hay que pavor, se me frunce hasta el flequillo. Ahí nadie me salva, pasa por acá que no te voy a hacer nada, palo y a la bolsa. Ahora bien, yo me enrollo toda, me armo y me desarmo, truco, retruco y quiero vale cuatro, acepto con un ancho falso, me cae la bolsa de cemento en la cabeza, contusión, hospital, suero, colores que van y vienen, apariciones de gente vestida de blanco, se me rompen los anteojos, chichones, analgésicos, las ridiculeces que suelo hacer frente a los doctores, me dan calmantes para que me tranquilice, todos se ríen y yo pienso: “es inminente, toqué fondo”, y de nuevo me equivoco, se puede caer más bajo, claro que se puede, me contesta una voz desde el fondo del pasillo. Flaca, y tanto lo pensaste, y tantas noches boludeaste reflexionando sobre el tema y todavía lo dudas, pero no hay caso, cuando menos se te ocurre trastabillas con una bolsita de Topolino y la vida se te pasa como una película frente a tus ojos mientras mandibuleas el piso. Que poco glamour, pero insistís, naciste orate y orate morirás, campaneando de coté lo que la vida ofrece, y tomando fuerte por los muslos lo que ella te quiera dar.