Elegía. en 20:56

Esta vez el cigarrillo se consume más rápido de lo esperado. Los axiomas me amenazan desde una esquina, y mi ingenuidad trata de derribarlos, tan sólo, moviendo las caderas con ritmos caribeños. Podría escribir una elegía a la incapacidad de entender la realidad por las limitaciones que imponen los sesgos inmanentes a los hechos. Podría sentarme a esperar la revelación del más allá, la iluminación que te muestra el camino a seguir sin importar nada más. Morir leyendo Homero suena de lo más poético, pero me duele la mano de aferrarme a sin sentidos y pesa el alma de tristeza al recordar que hay cosas que fueron. Debería auto bautizarme Abstracta Surrealista, abstracta de primer nombre y surrealista de apellido, no se si el Registro Nacional de las Personas me aceptará el nombre, pero cualquier cosa le pido autorización al juez alegando desconexión neuronal masiva por implantes de chips de jamón y queso en la cabeza. No se puede negar. Una vez renombrada y suponiendo que el mundo siga siendo el mismo, desfalco algún corazón y me voy a una isla paradisíaca a tomar Fernet mientras el ostracismo se me hace costumbre. Existencialistas abstenerse, pues cuando los territorios se confunden con los mapas, cuando las elecciones son supervivencias del pasado, cuando los sueños se convierten en el mejor lugar donde estar, entonces la orgía es un lodazal donde nadie la pasa bien. Buscando un orden subyacente al desorden, al tiempo que las variables se besan apasionadamente en la boca, queriendo estar en otro lugar con la ilusión de estar mejor, tratando de establecer nuevos parámetros de conducta y redefiniendo conceptos, con la simple esperanza de que la estructura se abra, finalmente, en flor.