
Anoche, entre un sueño entrecortado, llegué a la liviana conclusión de que el diablo no existe.
Un poco cansada y con esas ilusiones que la atacan a una en los momentos de insomnio, ofrecí a Belzebú mi alma a cambio de varios millones de dólares, juventud y belleza eterna, ya que al cielo de todas maneras no voy a ir, por lo menos que mi vida terrenal sea un poco más relajada. No me dio ni bola. Lo invoquè de mil modos y no apareció. ¿Qué mi alma ambivalente y desteñida no vale?. ¿Qué ya estoy tan condenada al averno que ni siquiera se va a gastar unos millones en mí?. Para quedarme tranquila con mi conciencia, una vez más, forcé las categorías (recorte de la realidad, sesgo cientifista o construcción de un mapa) y concluí, alegremente, que el diablo no existe...

5 comentarios:
El diablo es rojo y malo.
Los ajíes son rojos.
El comunismo es malo.
Ergo, el diablo está en los ajíes comunistas!
Jajajaja, la lógica siempre aportando conclusiones que iluminan la vida... Igualmente yo no dudaba de que los ajíes eran comunistas ergo son el diablo..
Saludos.
Jajaja viva la lógica!
jajajaja excelente conclusión. Ahora, no será que le tendrías que vender el alma a un político por unos millones? Conclusión, el disblo reencarnó en muchos políticos argentinos! ;P
Beso
Seguramente los políticos van a tener más recursos que el diablo, ergo debería invocar, mediante algún artilugio espiritista, a algunos políticos y rematarme al mejor postor por un par de millones.
Saludos Erica.
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