Pesos en 18:29

Es algo así como que en el camino de autoconocimiento una se va poniendo detallista. Es decir, al menos en mi caso, una se pone un tanto maniática sobre las reacciones e intenta registrar cada una de ellas en la libretita de la experiencia para aprenderse mejor. Pero a veces una también se olvida, se ensortija en el devaneo que imprime el ritmo de la vida y se deja llevar, o no se deja llevar y se estanca. Y de repente se encuentra en un lugar tratando de saber por qué es que está desnuda en el medio de la calle o soñando que tiene por amante a estrellas consagradas nacionales y/o internacionales de las artes contemporáneas. A veces pienso que perdí el sentido del humor, que finalmente me volví una persona demasiado cínica, pero también demasiado ingenua o más bien ingenuamente cínica. Ya ni siquiera me es posible pensar en términos de bien y mal, a mayor profundidad mayor presión, y también mayor oscuridad. A diferencia de lo que suponíamos mis alteregos y yo en un antes, el después es tan sólo eso. Y ahora es un antes, y es tan liberadora la idea de saber que siempre es un antes, de que siempre es el momento justo para hacer y después disfrutar de las consecuencias pero haciendo para futuros después...