Reconozco que soy una entusiasta sin moraleja, pero que decirles... las mañanas de invierno me ponen tremendamente feliz, y aunque todavía no es invierno hoy sentí en el aire esa vuelta y vuelta necesaria. A veces una tiene que hacer lo que tiene que hacer, se que soy un tanto dramática al estilo Andrea del Boca, pero bueno me quejo y pataleo pero lo hago, aunque dejo en claro (obvio) que odio hacerlo, que el mundo capitalista está equivocado, que aguante la revolución del proletariado (pero que no me saquen mis comodidades adquiridas, si total me voy a quejar furiosamente e igual voy a hacer, ponele, lo que tengo que hacer). Pero bueno, mañana de invierno o de pseudo invierno, olor a café o no, pero es más romántico si hay olor a café y ustedes sabrán que no me molesta moldear a mi gusto el pasado reciente (el otro, el lejano, no es mi asunto), bueno entonces digamos que olor a café y tostadas, así esta mejor, manos en los bolsillos, sonrisa estúpida depositada sobre el lado derecho de mis comisuras, frío en los pies (esto no se si es verdad, igual que el café y las tostadas), y digamos que nada más. Unos pasitos cortitos por la calle, llegar adonde hay que llegar, hacer lo que hay que hacer, hablar lo justo y necesario y retirarse pensando en la vereda, en ganar altura, adquirir velocidad crucero y desplazarse cual panfleto desechado en la vía pública hasta cruzarse con un tope y quedarse a vivir en el fondo decantado y de color verde...
29 de noviembre de 2016
Hace 5 años
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