Aquí: Inserte Un Título. en 18:02

En el vaivén incómodo de la noche intermitentemente clara la mirada se pierde en la necesidad de exaltarse por cualquier motivo sin sentido. Y si de vez en cuando le agarra la duda al hombre gigante de aquel rincón, entonces los pequeños organismos se alinean para tratar de convencer a las incertidumbres de que la curiosidad se va a quedar a pesar de… Estamos acá, se dice a si mismo el sistema nervioso; ni acá ni allá, contesta la decencia; un poco acá y un poco allá, gritan las extremidades; en ningún lado, murmuran los intangibles y en todos lados, afirma el resto. Sí y sólo sí, cláusula de condición irresistible, me quedo, ese hombre del rincón me contará sus temores, lo escucharé con terror de que me cante con voz monótona mis propios miedos y rezaré para que la descripción no sea lo suficientemente detallada, de lo contrario me acurrucaré a su lado mientras la cadencia de los sonidos me de la seguridad para retirarme en perfecto orden de mi misma, con suerte volveré a la inconciencia cómoda, horizontal y verde.