Verbos. en 22:41

Estado de alerta máxima. A punto de domesticar a un carnívoro con un alambre de púa, una gasa, una colonia Paco y dos orquillas. Vociferando refranes populares para justificar que nos conformamos, pero sin temor, porque como diría alguien por ahí, nos comprenden las generales de la ley. Y si todo fluye, como asegura Heráclito, entonces a no preocuparse, porque si el felino te come una mano y los carroñeros rondan tu cuerpo débil, el agua lavará la herida, y si no fluye, cagamos. Una manchita de mal humor y con la cabeza al rojo vivo, cruzo el campo siguiendo la luz, no se si será mala o si será buena, como no me gusta prejuzgar la busco, y gira el canto o canta el ruedo, el dobladillo, la botamanga, y todos se agitan. No vale esconderse atrás del palo borracho, y tampoco pedir pido, no hay preludios ni pausas para lo inevitable. Dos sogas y el vientre duro para atarte por el culo y flamear deseando que los nudos sean resistentes. Y querés, claro que querés, amas incluso, yo amo, y añorás, temblás, atropellás, disfrutás, apretás, entibiás, deletreás, pensás, elegís, y volvés a elegir, te equivocás, sobredimensionás, simplificás, invertís, medís, señalás y escuchás o no, pero empezás y si no terminás, yo no termino, te culpás, pero te hundís, y a veces revolvés, y encontrás, y de no encontrar, creás, imaginás al recuerdo del recuerdo que no fue, y te perdés, pero al tiempo recordás que ibas a domesticar a la fiera con una cuchara y dos clips, y te reís, también reís, vaciás el vaso, corrés, dormís y volvés a amar, y dejás de escarbar, porque es mal adaptativo y porque obviamente querés, claro que querés, todos queremos, te alegrás, y sobre todo amás, por supuesto que amás, yo amo.