
Empieza a venir la primavera, y en casa empiezan a crecer de manera descontrolada las plantas, los árboles, las flores de la tana empiezan a largar ese olorcito dulce y los vecinos se quedan hasta tarde en la puerta. Empieza a llegar aquello que parece un clima más templado, y una brisa que trae recuerdos y aromas. Las tardes y las bermudas azules me remontan al gran colegio donde se paseaban las monjas husmeando nuestra intrépida juventud. Y de nuevo los árboles, y las moras calientes, las manchas, el dolor de panza y la cara de enojada de mi vieja por tener una hija tan sucia y descuidada. Y los miércoles nos cuidaba la abuela, y planeábamos lo que íbamos a hacer con el resto de nuestras vidas, y Manu lloraba porque tenía que hacer la tarea y no podía jugar a ser la princesa más linda de todos los tiempos. Los brillitos se pegaban en las manos y el punzón podía ser un arma mortal cuando te tocaba picar alguna imagen, evidentemente, poco amigable. A veces Norma hacía torrejas y scones y nos cruzábamos, que felices fuimos cuando a Ricardito le pusieron la pileta, ahí nos cruzábamos más seguido, aunque Laurita mordía si veía peligrar sus posibilidades de ganar a los palitos chinos. Cuando Don Pedro cortaba el pasto toda la casa se llenaba de olor a tierra húmeda, y mi viejo aprovechaba y hacía un asadito, no vaya a ser que perdiéramos proteínas fundamentales para nuestro cuerpo, la Chola traía caramelos y estábamos contentas. Y después Navidad y año Nuevo, a veces en casa, a veces en Lobos y a veces en Haedo, aunque la casa de mis abuelos me daba miedo, porque el Tata ya no estaba, pero estaba ese pino gigante en el que habitaba a pesar de la ausencia. Cuando empieza a venir la primavera, la cortina se empieza a mover suavemente, los aromas me traen recuerdos mientras una voz del pasado me cuenta lo indescriptiblemente bello de una situación sostenida que no tiene derecho a concluir.

7 comentarios:
Nostalgias de una infancia feliz... ¡por suerte están esos recuerdos para sostenernos en un presente a veces complicado y un futuro tan incierto!!!!
Todo mi amor belleza!!!
Sol, amén.
Besos amiga y me alegro que las cosas estén saliendo tan bien en Cba. Manteneme al tanto y suerte con la incomunicación, te va a venir bien.
Un amor gigante.
Linda semblanza, Pili.
Por estos días salgo de casa queriendo tomar esa brisa dulce y dejarme llevar, cual niña Dánica, pero no hay caso, por acá a las siete ya el fresquete hace recular todo intento de llevar serenata o lucir los bofes en musculosa.
En la casa de mi abuelo había un pino nevado, enorme. Que no, por acá no suele nevar, a lo mejor una vez cada diez años, pero este era un pino increíble, de lejos parecía nevado, por el particular color se sus hojas. Y el día que lo cortaron, me dió mucha rabia, y empecé una huelga de visitas que duró hasta que mi abuela mandó decir que había hecho buñuelos. Una es así desde chiquita, vió.
Perdone, no sé por qué le cuento estas cosas. Usted no se pone a escribir estos relatos para que después venga cualquier atorranta a decirle "qué verde era mi valle".
Chau, me puse contenta con tu texto.
Hermoso, me hizo acordar a muchas cosas... y mi abuelo también era el Tata (tal como lo bauticé ni bien empecé a hablar).
Hoy estás linda, estás nostálgica y estás M.P.
Seguí soñando y recordando... porque sin sueños ni recuerdos bellos ya nada de esto tiene sentido.
LaNaïfa, sabe qué?, me alegro mucho que se haya puesto contenta, además yo escribo estos textos porque me encanta que vengan las atorrantas (o cuál piensa que es el motivo de todo: las atorrantas...). En cuanto al pino era increíblemente grande, no sólo eso sino que mi padre gustaba de atormentarme diciendo que el Tata había reencarnado en el maldito árbol.
Un Beso.
Nuría, gracias nena (pero no te olvides que soy linda...:). Hoy estoy yo y evitando andar desdoblada por la vida, que tal?, vos pensas que lo lograré, no se.
Un beso.
Cierto, muy desprolijo de mi parte: vos siempre estás linda porque -definitivamente- lo sos. Quise decir que estás más linda.
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