Proseguir mi relato sobre Baxus sin hacer llegar a usted la imagen del Intendente sería tremendamente injusto para ambos. Era un hombre cualquiera entre los baxuanos, nada lo diferenciaba de los demás, ninguna de sus características aparentes lo hacía ni mejor ni peor al resto. No poseía ni abolengo, ni dinero, era un humilde trabajador de la construcción con el secundario completo y una férrea confianza en que las ideas mágicas que ideaba su torpe cabeza se cumplirían con solvente maestría. Era un hombre que la soledad de ese pueblo sin vegetación lo ponía profundamente feliz, puesto que cualquier cambio al orden establecido podía llegar a ser el principio del fin de su edén personal. Nunca se había cuestionado su forma de ser y no la haría a sus honrados 50 años. Su machismo a ultranza y su segura posición como cabeza de familia, además de su honorable puesto al que había escalado sin saber bien por qué, quedarían inmutables hasta el día de su muerte.
Su aspecto físico era tan ordinario como sus otras cualidades. Ni alto, ni bajo. Ni gordo, ni flaco. Su pelo era castaño y sus ojos color marrón. No obstante, había algo que lo diferenciaba de los demás, algo espeluznante en la forma que tenía de tomar las decisiones, sobre todo las más importantes. Entre decidido y timorato rumiaba durante días sus respuestas y siempre sorprendía a los demás con acciones de incalculable sadismo y abuso de poder extremo, además de una avaricia enferma.
Basta con decirle a usted, y a modo de ejemplo, que cuando falleció su madre, una mujer pseudo – histórica de Baxus por ser una de las fundadoras y piedra de toque de La Liga de Madres de la parroquia, el funebrero local con un tono exageradamente grave, se acercó al Intendente para comentarle que el exceso de peso de la mujer no permitía que entrara en un cajón estándar por lo que debía abonar una diferencia de $400 para que su madre accediera a un eterno, y cómodo, descanso. El funcionario miró profundamente al dueño de la casa mortuoria, y con una voz que no tembló le sugirió al oído que cortara los brazos de la rolliza mujer pues no serían necesarios en el lugar al que iba.- No somos nada!- se lo escuchó decir con falsa angustia mientras el primer terrón de tierra árida caía sobre el cuerpo profanado de aquella mala mujer, es cierto, pero que le había regalado lo único que poseía: una vida baja e indigna.
Yo siempre me había desdibujado de la realidad, había tratado de desaparecer, pero la idea de contarle a usted mis sensaciones es tan excitante que supongo que no dormiré en varios días para terminar con prisa este relato. Quiero pedirle. por adelantado, mis disculpas por la incoherencia que usted encontrará en el, pero tantas palabras callé que es necesario ahora que vaya y vuelva sobre mis pasos para ser fiel con mis recuerdos.
Su aspecto físico era tan ordinario como sus otras cualidades. Ni alto, ni bajo. Ni gordo, ni flaco. Su pelo era castaño y sus ojos color marrón. No obstante, había algo que lo diferenciaba de los demás, algo espeluznante en la forma que tenía de tomar las decisiones, sobre todo las más importantes. Entre decidido y timorato rumiaba durante días sus respuestas y siempre sorprendía a los demás con acciones de incalculable sadismo y abuso de poder extremo, además de una avaricia enferma.
Basta con decirle a usted, y a modo de ejemplo, que cuando falleció su madre, una mujer pseudo – histórica de Baxus por ser una de las fundadoras y piedra de toque de La Liga de Madres de la parroquia, el funebrero local con un tono exageradamente grave, se acercó al Intendente para comentarle que el exceso de peso de la mujer no permitía que entrara en un cajón estándar por lo que debía abonar una diferencia de $400 para que su madre accediera a un eterno, y cómodo, descanso. El funcionario miró profundamente al dueño de la casa mortuoria, y con una voz que no tembló le sugirió al oído que cortara los brazos de la rolliza mujer pues no serían necesarios en el lugar al que iba.- No somos nada!- se lo escuchó decir con falsa angustia mientras el primer terrón de tierra árida caía sobre el cuerpo profanado de aquella mala mujer, es cierto, pero que le había regalado lo único que poseía: una vida baja e indigna.
Yo siempre me había desdibujado de la realidad, había tratado de desaparecer, pero la idea de contarle a usted mis sensaciones es tan excitante que supongo que no dormiré en varios días para terminar con prisa este relato. Quiero pedirle. por adelantado, mis disculpas por la incoherencia que usted encontrará en el, pero tantas palabras callé que es necesario ahora que vaya y vuelva sobre mis pasos para ser fiel con mis recuerdos.

2 comentarios:
Si, si, por favor continuar con el relato !!.
(o_o)
Síiii, queremos más!
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